Algunas de las coplas de jota más cantadas, por su calidad, del repertorio jotero, fueron compuestas desde Cataluña por una maestra y poetisa oscense, doña Teresa Ramón Palacio”, que falleció en Barcelona a los 97 años de edad, en marzo de 2020.
Había nacido al finalizar 1922, en un barrio popular y hortelano de la ciudad de Huesca, el de San Martín, donde enraizarán para siempre en ella las devociones oscenses y sus tradiciones festivas, además de un gran cariño por la tierra y sus gentes. En su juventud estudiará Magisterio y la carrera docente le llevará por tierras de Huesca; en el último de sus destinos, Estadilla, en el Somontano, trabajará durante veintidós años, contraerá matrimonio y tendrá a sus hijos. Fallecido su marido, en 1979 se estableció en Barcelona, y allí se jubilará, alternando a partir de entonces la capital catalana con estancias en Huesca. Así pues, durante cuarenta años de su larga vida ejercerá fuera de Aragón su identidad de aragonesa, pero a pesar de la distancia, lo hará sin duda con intensidad, influyendo en ello la tensión intelectual y emocional propia de la creación poética; ese bullir en la mente de ideas y palabras en busca de la inspiración.
En su obra, y mediante el romance y su heredera la copla, canta con cariño a Aragón y a sus gentes, y fija su recuerdo convirtiéndolo en poesía, que se proclama y difunde a través de quienes cantan sus coplas y leen sus romances. Su recuerdo hace recordar, hace ver y sentir a gentes, tradiciones y formas de vida, lugares y paisajes, emociones, sonidos, incluso aromas y sabores.
Sus romances y sus coplas cantan a Aragón y a los aragoneses, a los lugares de su niñez y juventud y de sus destinos de maestra, como su barrio de San Martín y la ciudad de Huesca, el castillo de Loarre o el pueblo de Estadilla; a Teruel y Zaragoza, al Ebro, el Pilar y la Jota, a la vida y el trabajo del campo, y al amor y la familia; poniendo de relieve a través de todo ello las señas de identidad aragonesas, tanto las devocionales como las históricas y las folklóricas. Pero también otras regiones serán objeto de su visión poética: Valencia, de la que dice que si no pudiera ser aragonesa, elegiría ser valenciana; La Rioja, a cuyo vino emblemático dedica uno de sus romances; y asimismo a la industriosa Cataluña, donde transcurre buena parte de su vida y a la que agradece en varias coplas el trabajo que brindó a generaciones de aragoneses.
Y todo ello lo hace con claridad, sencillez y cariño. Sus estrofas tienen la belleza de lo sencillo, de lo fresco y de lo auténtico, sin olvidar el ingenio y el humor. Por ejemplo, en el romance dedicado a los Amantes de Teruel es su estilo sencillo y conciso lo que provoca la emoción y el goce literario, quizá porque lo bueno, cuando además de breve es sencillo, acrecienta su bondad. Su orgullo por las glorias del pasado aragonés y su sentimiento religioso, sincero y profundo, se pasean por sus romances, como puede comprobarse en los dedicados al castillo de Loarre y al Cristo del Perdón, de cuya cofradía fue declarada Cofrade de Honor; gozoso es leerlos, por el sentimiento transmitido y por su logrado ritmo y musicalidad. Imprescindible es su obra, “Con los pies en mi tierra”, compendio de todo lo dicho.
Su vida y su obra la avalan como Mujer de Jota: por su inquietud cultural y su cariño por Aragón, su historia, sus tradiciones y su folklore; por su generosidad incansable para colaborar con asociaciones culturales y folklóricas aragonesas; por su obra poética, de una sensibilidad bien plasmada en las numerosas coplas de jotas que ha compuesto, doña Teresa Ramón Palacio es, con el corazón, el papel y la pluma, una gran Mujer de Jota.
José Mª Prats Escriche