lunes, 25 de febrero de 2019

FOTOS Y VIDEOS MUJERES DE JOTA 2019

Fotografías del acto de entrega de los Premios Mujeres de Jota 2019

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Vídeos del acto de entrega de los Premios Mujeres de Jota 2019

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COPLAS EN TRIBUTO PÓSTUMO A Mª PILAR DE LAS HERAS, ANA Mª YUGUERO y JOSÉ TIL


DISTINCIÓN ESPECIAL PÓSTUMA A:

M. Pilar de las Heras, Ana M. Yuguero y José Til

Coplas dedicadas. Autor: Toño Julve



Con esencia y con pureza
Mª Pilar tú cantabas
por eso Aragón no olvida
tus estilos y tonadas

En ti tendrán un ejemplo
las nuevas savias joteras
tu cantar no morirá
M. Pilar de las Heras
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Amabas tanto la jota
Ana M. Yuguero
que entre nubes de algodón
sigues bailando en el cielo

Tenía gracia y salero
“pa” bailar y “pa” cantar
el arte de la Yuguero
Aragón  no ha de olvidar
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Aunque Aragón y la jota
llora recordándote
la poesía de tus coplas
nunca morirá José

Mientras la jota no muera
mientras se siga cantando
no dejará de escucharse
la de “La hora del descanso”

TERESA POMAR PERIBÁÑEZ: COPLAS EN SU HONOR

COPLAS EN HONOR A MARISOL ÁLVAREZ FERNÁNDEZ
Por Toño Julve

No hace falta haber nacido
en la tierra de Aragón
para ser buena baturra
igual que lo que lo es Marisol

Por eso es que el gran amor
que ella por la jota tiene
se lo premia ésta, su casa
hoy de marzo, un día nueve

Ya desde muy pequeñica
nuestra música escuchó
y la bandurria en sus manos
con gran ilusión cogió

Forjándose tañedora
esa niña fue creciendo
y con esfuerzo y empeño
a tocar siguió aprendiendo

Los acordes de la jota
ya la habían cautivado
de ella “pa” toda la vida
ya se había enamorado

Igual que se enamoró
de Fran, quien es su marido
con quien por suerte ha tenido
dos maravillosos hijos


Son el fruto de su amor
se llaman Rubén e Izan
y su afición por la jota
los cuatro juntos cultivan

Hoy su familia es testigo
de este fantástico premio
los que están aquí presentes
y los que están en el cielo

Los padres de Marisol
hoy allí están sonriendo
y orgullosos de su hija
muy fuerte están aplaudiendo

Es un día de alegría
también para tus amigos
compañeros de la Casa
que lo celebran contigo

Porque además este año
especial es la edición
se premia una tañedora
como primera ocasión

Normal que hoy así lo sientas
tu corazón se alborota
con mil honores te nombran
Marisol, Mujer de Jota

TERESA POMAR PERIBÁNEZ: COPLAS EN SU HONOR

COPLAS EN HONOR A TERESA POMAR PERIBÁÑEZ
Por Toño Julve


Dos joyas tiene Monreal
y las dos de gran pureza
la una la del azafrán
la otra se llama Teresa

Porque Teresa Pomar
de segundo Peribáñez
además de ser baturra
es jotera de raigambre

Su maravillosa voz
muchas cosas atesora
la bravura de Aragón
y la esencia del Jiloca

Teresa, mamó la jota
de su madre y de su abuelo
pero ese inmenso legado
enriquecer quiso luego

Don Jesús Gracia hizo de ella
excelente cantadora
pues Teresa aprendió de él
muy seria y trabajadora

Ese esfuerzo y ese empeño
fue en su carrera crucial
pero también el apoyo
de una persona especial

Su esposo José Miguel
el que siempre la ha animado
a pisar los escenarios
y continuar cantando

Dos hijos tuvo Teresa
fruto de su amor con él
los cuales tienen por nombre
Joaquín y José Miguel

Es lástima que ninguno
le haya salido jotero
y encima el nieto Martín
apunta para rockero

Lo que sé es que esta familia
hoy está muy orgullosa
de que recibas feliz
el Premio Mujer de Jota

Bien merecido lo tienes
y el Puerto y todo Aragón
quieren que esta copla guardes
dentro de tu corazón

Joya de Monreal del Campo
eres Teresa Pomar
ecos del Jiloca lleva
el alma de tu cantar

MARISOL ÁLVAREZ FERNÁNDEZ

MARISOL ÁLVAREZ FERNÁNDEZ: SEMBLANZA BIOGRÁFICA
Por José Mª Prats Escriche




Uno de octubre de 1994, la proclamación de la nueva reina y sus damas hace que sea uno de los días grandes del Centro Aragonés. Marisol Álvarez Fernández, una joven de veinte años, espera acompañada de su padre para hacer juntos el paseíllo hasta el escenario y su proclamación como dama. Es de suponer que habría una mezcla de nervios, emoción e ilusión, aunque no sólo eso porque la vida ya los había interpelado y puesto a prueba. El padre estaba aquejado de una severa dolencia, aunque ninguno de los dos se arredraba ante el futuro. Ahora debía contar el presente: la ilusión de ambos, el amor por el padre y el más que justificado orgullo de él. Marisol recuerda el breve recorrido, cogida del brazo de quien más quería, como un momento de auténtica gloria en el que los dos rebosaron de alegría.

Marisol disfrutó de su condición de dama sin pertenecer a los grupos de canto o de baile, algo que no constituía una excepción. Sin embargo, sí acompañaba a los cuadros, pero no como público: Marisol era tañedora de bandurria y formaba parte de la rondalla. Es de hecho la primera tañedora que recibe el premio de Mujer de Jota. Estamos todos acostumbrados a que los presentadores de los recitales pidan un aplauso para la rondalla y recuerden que sin la rondalla el resto no sería posible, y ello porque, verdaderamente, la cuerda es parte intrínseca de la jota. Por eso no debe extrañarnos que nuestra nueva premiada sea, al igual que las anteriores, cantadoras o bailadoras, una formidable Mujer de Jota. Tendremos ocasión de  comprobarlo.

Los padres de Marisol, a los que lamentablemente perdió demasiado pronto, eran oriundos del albaceteño Elche de la Sierra, un municipio importante en el aporte inmigratorio que hizo crecer el Puerto de Sagunto. Ellos, con buen criterio, deseaban que su hija, la pequeña de cinco hermanos, aprendiese a tocar un instrumento. Y dado que en este centro había una escuela de cuerda pulsada, entonces dirigida por Emilio Ruiz, aquí la trajeron acompañada por su vecinito Miguel Ángel. Era el año 1985. Marisol llegó con once años y sin ninguna idea previa sobre la jota, su bagaje consistía en la curiosidad y en su deseo de probar. Pero lo que empezó como una prueba se convirtió en un interés que fraguaba cada vez más, hasta el punto de que el grupito de niños de la escuela de rondalla quedaba por las tardes para ensayar en casa de alguno de ellos, con la esperanza de alegrar al señor Emilio demostrando un buen aprovechamiento.

Con todo, al principio tuvo un cierto miedo, nos dice Marisol, ese miedo a fallar, a no tener la aptitud necesaria, aunque poco a poco fue sintiéndose prendida por la jota y por el impulso de aprender cada vez más. Paralelamente vivió un gratificante proceso de socialización, no en vano la jota es, entre otras cosas, amistad. Amistad que surge de compartir una misma afición con personas antes desconocidas, pero que se acercan al disfrutar juntas de un afán común: bailar, cantar o tañer la jota; pero también de compartir los inevitables nervios de las primeras veces: la primera actuación en el escenario, el primer festival, la primera ronda…

El objetivo de Marisol, como no podía ser menos, era entrar en la rondalla y llegar a tocar como su profesor, Emilio Ruiz, que la dejaba embelesada con su virtuosismo en la bandurria. Así pues se esforzó y entró. Tardó poco, pues en 1987 ya asistió junto a sus padres a su primera concentración. Comenzaría entonces a disfrutar gradualmente de una vertiente lúdica, que era una merecida y saludable recompensa a su esfuerzo. “Iba a los festivales, a las concentraciones… Para mí era una fiesta porque nos lo pasábamos bomba, el buen ambiente con los compañeros, esas esperas aprovechadas para tocar canciones de la tuna, esos trayectos en autobús charlando y riendo, esas noches de fiesta en las concentraciones…”.

A todo ello se irían sumando la carga de emoción de ser elegida dama junto a Rosana, Maite y Dalia, en el reinado de Desirée; el gozo que le aceleró el corazón cuando, siendo dama, en 1994 fue ella protagonista por primera vez de la ronda del Pilar, después de haber oficiado como tañedora en muchas rondas; asimismo, las fuerzas de flaqueza que tuvo que sacar en la ronda de 1995, cuando su padre ya no podía acompañarla; y el merecido desahogo cuando, el día siguiente a ese mismo Pilar, reina y damas marcharon a Zaragoza y, vistiéndose de baturras, cantaron Sierra de Luna y disfrutaron paseando por la ciudad. La emotividad culminó el 23 de octubre de 1999, cuando Marisol se casó y recibió el homenaje de la jota a través de los que eran sus compañeros en los cuadros: “en el camino hacia el altar, con familia y amigos pendientes de mí, yo sólo tenía oídos para escuchar aquellas jotas que tantas veces había tocado y oído cantar, pero que ese día mis compañeros nos las dedicaban a nosotros. Mi emoción fue tan viva que mis ojos se anegaron en lágrimas de alegría”.

            Su boda marcará el inicio de un paréntesis sin música, por razones familiares y laborales, pero llegará la reincorporación, en la que la pasión siempre latente por la bandurria y la jota rebrotará con alegre fuerza. Oír la jota hace que le asalte una ola de felicidad. Se emociona con las voces que cantan, con el sonido de las castañuelas al ritmo del baile, y hasta el escalofrío con las melodías que salen de las cuerdas de la bandurria. Pulsar esas cuerdas es una forma de trascender la realidad cotidiana y trasladarse a una dimensión sublime donde sólo existe el gozo de paladear la música. Es su vía de escape, de soñar despierta. Al mismo tiempo anima a Marisol un continuado afán de superación. Nos dice que cada día hay algo nuevo que aprender, y que ojalá tuviera el tiempo necesario para poder ensayar en su casa y hacer sonar su bandurria con la virtud que a ella le gustaría. Nosotros estamos seguros de que todo se andará.

En esta nueva fase ocurrirá algo decisivo en su vinculación con la jota, que así nos relata: “cuando nació mi hijo mayor Rubén, lo llevamos un día al centro aragonés junto con su amiguita Marta para que vieran un festival, a ver si les nacía ese amor por la jota que yo todavía tenía y echaba tanto de menos. A Rubén le gusto y empezó a bailar y, al poquito tiempo, a cantar, por eso yo decidí volver a hacer sonar mi querida bandurria”. Con el tiempo, serán su marido Fran con el laúd y su hijo pequeño Izan, al que apuntarán al baile y al canto, quienes cerrarán el proceso por el cual toda la familia está hoy en el centro aragonés bailando, cantando y tocando la jota”. Ver compartida y secundada esa pasión es el cénit de la emoción y la felicidad. Como ella dice: “cada vez que mis hijos están en el escenario me recorre un hormigueo que me encanta, mezcla de nervios, de alegría y de orgullo. No puedo evitar emocionarme al verlos cantar o bailar”.

Desde que empezó su aventura musical con la jota, Marisol ha tenido diversos profesores de rondalla, a los que desea recordar. Empezó con un profesor casi mítico, Emilio Ruiz, y siguió con Manuel Górriz, Jesús Monleón y actualmente Toni López. Con cada uno de ellos ha ido mejorando en su aprendizaje, y a todos los tiene en el pedestal de las personas que admira. Preguntada por las personalidades de la jota a las que ha conocido, reconoce que fuera de su centro aragonés no ha tenido verdadera ocasión y afirma que tampoco hace falta irse lejos, pues hay alguien aquí mismo, el profesor César Rubio Belmonte, a quien ella admira desde hace mucho por “su amor por la jota, que nos transmite a todos, su trabajo desinteresado y su empeño en que todo salga bien”.

Marisol es Mujer de Jota porque sus hitos vitales están protagonizados o acompañados por la jota; es Mujer de Jota porque tanto en el esfuerzo y en la adversidad, como en los momentos de alborozo, todos los que la han conocido pueden certificar su bonhomía, su sencillez y su cercanía. Lo es porque mientras ella pulsa las cuerdas de su bandurria, la jota pulsa una fina cuerda de su alma, llenándola de una emoción singular. Pero, finalmente, es la propia Marisol quien con unas palabras emocionantes y llenas de autenticidad va a cincelar en oro el mejor emblema de la Mujer de Jota: “aunque no he nacido en tierras aragonesas, ni tengo familia en Aragón, me considero baturra de los pies a la cabeza. He vivido desde bien pequeña con los cantares aragoneses, la jota bailada y el sonido de las bandurrias y las guitarras. Me considero adoptada por la jota… la llevo en mi corazón”.


TERESA POMAR PERIBÁÑEZ

TERESA POMAR PERIBÁNEZ: SEMBLANZA BIOGRÁFICA
Por José Mª Prats Escriche



Ante todo séame permitido decir que con las palabras que siguen no acariciaremos sino la envoltura de todo el hervor vital de sus protagonistas. Aunque no lo hayamos dicho en otras ocasiones siempre es así, y lo que sigue no será más que una leve aproximación.

Esta historia acontece sobre todo en el valle del Jiloca, río que sigue la depresión Teruel-Calatayud, un surco interno que divide en dos partes el sector sur del sistema Ibérico. Es un elemento físico importante porque ha orientado desde tiempos inmemoriales las comunicaciones, ayudando a conectar el Valle del Ebro con el Mediterráneo.

Digamos de paso que, en tiempos ya más recientes, la comarca del Jiloca, junto a las del Bajo Aragón y aledañas, son aquellas zonas de Teruel donde más efervescencia ha tenido la Jota aragonesa. Es una realidad que en el caso del Jiloca ha aportado también numerosísimas coplas de jota que hablan de sus gentes y sus pueblos, y de su vinculación con la Jota.

            Mediados de los años ochenta. En el plaza de España de Monreal del Campo, el temor era quizá el principal de los sentimientos encontrados de una cantadora que iba a actuar allí por primera vez. Es el pueblo donde había nacido en 1951, pero quizás para el público es casi una forastera, pues la mayor parte de su infancia y la adolescencia y juventud enteras las ha pasado en Valencia. El temor, debido a la responsabilidad que sentía al estrenarse en público en su pueblo, jugaba con la emoción y el orgullo. Su letra de presentación lo resumía todo: “Sea mi primer saludo, con cariño y emoción, a mi pueblo que’es Monreal, con todo mi corazón”. Las características de su canto ya eran notables y su voz recordaba a la de su madre. La jotera exhibía un apellido lleno de resonancias: Peribáñez.

            Ella era Teresa Pomar Peribáñez, nuestra Mujer de Jota por Aragón, que lo es por derecho propio como gran cantadora y amante de la Jota, pero también por mantener una solera, ya que pertenece a una sobresaliente saga jotera de extraordinarias cualidades vocales: es hija de Carmen Peribáñez Álava, conocida como “La cantadora”, y nieta de la “joya” de Monreal. Si Andorra cuenta con su Pastor, José Iranzo, la Jota tiene en el Jiloca, dicho sin grandilocuencia, su propia gloria: su abuelo Joaquín Peribáñez Hernández, encarnación popular del genio y del carácter recio de una tierra. Nacido en 1898 y fallecido en 1969, Joaquín fue un gran exponente de la música popular de esa España rural, que sería demográficamente mayoritaria hasta los primeros años cincuenta.

            Joaquín Peribáñez, pese a su popularidad y sus grandes éxitos en múltiples actuaciones por toda España, no nos dejó ninguna grabación comercial, pero hoy podemos asombrarnos de la frescura y la excelencia de su voz por unas grabaciones originales en un fondo sonoro que a muchos sorprenderá, ni más ni menos que el Archivo Fonográfico de la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos en su capital federal, que también incluye algunas grabaciones de su hija Carmen. Se lo debemos al gran musicólogo y documentalista norteamericano Alan Lomax, que consciente de que muchas expresiones musicales corrían el riesgo de perderse, recorrió los Estados Unidos y diversos países del mundo recogiendo la música del pueblo. En España grabó un total de 75 horas entre junio de 1952 y noviembre de 1953. Por fortuna desde 2012 todo ello puede escucharse en Internet y, concretamente a los Peribáñez, también en un cd sobre Lomax publicado en 2001. Joaquín además dejó su voz para la posteridad en dos películas: “La Dolorosa”, de 1934, y “Los Mayos de Albarracín”, de 1950.

            Teresa Pomar, depositaria de esta saga, cantó la Jota desde pequeñita, siempre al abrigo de su madre, de voz cautivadora y hermosísima. Debido al trabajo del padre en Correos, la familia se trasladará a la ciudad de Valencia cuando ella tenía cinco años. Allí, una vecina, que la escuchó cantar desde su galería, recomendó a la familia que la llevara al Centro Aragonés de Valencia, donde a los once años fue alumna de Ángel Martínez. A los doce, en octubre de 1963, fue protagonista de un artículo del diario Levante, que habló de Teresa por ser una Peribáñez, pero también por las notables condiciones que mostraba. Según el diario ya cantaba en público, de hecho llegó a actuar, con éxito, en el Teatro Principal de Valencia. Sin embargo, la continuidad de esta actividad en la Jota finalizó al cabo de dos o tres años.

Bastantes años más tarde, sería el destino el que acabaría devolviéndola a su pueblo y maniobrando para que se reencontrase con la Jota y el camino trazado por sus ascendientes. Teresa permanecería en Valencia y se casaría con José Miguel Martínez Gresa, que se instaló allí junto a su esposa. El destino empezó a actuar cuando ella iniciaba la treintena: falleció su padre y el matrimonio, en compañía de la madre, dejó Valencia y se estableció en Monreal del Campo.

Allí, en el marco de la Peña “El Cachirulo Joaquín Peribáñez”, irá retomando aunque de modo muy gradual su contacto con la Jota, y ello gracias a sus convecinos que la animaban a cantar, a su tío Jorge Peribáñez que acompañándola a la guitarra le enseñó algunos estilos, pero, sobre todo, al estímulo y al apoyo de su marido José Miguel, pieza fundamental en todos y cada uno los hitos de su reincorporación y su trayectoria en la Jota a partir de entonces.

Así, su marido José Miguel, cuando ella se acerca a los 38 años, la impulsará para que ensaye y mejore su estilo en el foco jotero de Torrijo del Campo, donde será su profesor el mosén Cristóbal Latorre. Fue precisamente el mosén Cristóbal quien le recomendó a Teresa que siguiera ensayando en Zaragoza. A este efecto, en un homenaje realizado en Belchite a la jotera Carmen Cortés, se presentó ella misma a Jesús Gracia Tenas, quien la aceptó como alumna. Y cuando Teresa empezó a ir regularmente a Zaragoza, José Miguel fue aprendiendo guitarra para que ella pudiera reforzar en casa las lecciones traídas de su maestro.

El magisterio del gran profesor y cantador de Lécera terminará de mejorar y redondear el estilo de Teresa, aprovechando al máximo las características de su voz de soprano, potente y con dominio de agudos, y que cuenta con un timbre precioso y con una fantástica proyección o capacidad de recorrido espacial. Teresa sentirá una gran admiración por su maestro Jesús Gracia y reconoce en uno de sus discos que Jesús y su esposa, la cantadora Piedad Gil, le “enseñaron a amar y comprende la Jota”. Con su modestia y discreción, Teresa se ganará a su vez el afecto de Jesús y de Piedad, que la acogieron a ella y a su marido como si fuesen familia. La presencia hoy aquí de Piedad Gracia Gil lo corrobora.

Jesús Gracia la preparó meticulosamente para que se presentase al reto del Certamen Oficial de Zaragoza. Su abuelo Joaquín lo ganó en 1935 y ella lo hará en 1988. En 1989 y 1990, obtuvo dos segundos en el Premio de Profesionales del Certamen de Tarazona. Finalmente, llegada en 1991 a la súper reválida que representa el Certamen Extraordinario de Zaragoza, ante las numerosas cantadoras que concurrieron en el Teatro Principal para dar lo mejor de sí mismas, Teresa Pomar se alzó con el Premio Extraordinario. En dicho año obtuvo también el Primer Premio de Profesionales del Certamen de Tarazona. Había cosechado pues, entre otros, los dos mayores galardones de la Jota cantada. En 1993 se añadiría a ellos el Premio “Pilar Gascón” del  certamen organizado por la Agrupación Artística Aragonesa para su 75 aniversario.

Paralelamente a los concursos, irá triunfando en numerosísimas actuaciones, recorriendo desde los pueblos del Jiloca a los del Maestrazgo, desde Alcañiz o Tarazona al Puerto de Sagunto, desde Teruel o Madrid a Valencia. Todo ello conjugando su actividad artística con la vida familiar, pues Teresa dio a luz a dos hijos, Joaquín y José Miguel.
Afortunadamente, la voz de Teresa ha quedado excelentemente registrada para la actualidad y para la posteridad. Con el empuje decisivo de José Miguel para vencer la innata discreción de Teresa, ésta preparó y llevó a cabo sendos trabajos discográficos en los años 1995, 1997 y 2004.

Su vinculación a la Jota, que ahora tiene este jalón del premio Mujer de Jota, no se ha acabado, tiene mucho que ofrecer a las nuevas generaciones. Su saber y buen hacer lo transmite actualmente a través de sus clases en la “Asociación Jotera de la Rosa del Azafrán”, de Monreal del Campo, donde, como dice César Rubio, “se esfuerza por aportar su granito de arena y mantener viva la llama de la Jota en su querido pueblo”.

Por su enseñanza, por descender con orgullo de quienes desciende y hacerles todo el  honor con su voz y su estilo; porque la adorna la discreción modesta de los verdaderamente grandes; porque no ha olvidado nunca su apego y su amor por la Jota; por ser en suma una de las más sobresalientes cantadoras que ha dado Teruel y la Ribera del Jiloca… sobran razones para que Teresa Pomar Peribáñez, con la mayor naturalidad, sea una espléndida Mujer de Jota por Aragón 2019.

CARTEL DE LOS PREMIOS MUJERES DE JOTA 2019. 12ª Edición.


PREMIADAS 12ª EDICIÓN


PREMIADA POR ARAGÓN: 
TERESA POMAR PERIBÁÑEZ


Nacida en Monreal del Campo, pertenece a la destacadísima saga jotera de “los Peribáñez”. Su abuelo Joaquín Peribáñez fue un excelente jotero que cosechó grandes éxitos y gozó de una gran popularidad en Zaragoza y Teruel en los años 20/30 del Siglo XX. Su madre Carmen entonó la Jota con una hermosísima voz y una excelentes maneras que asimiló de su padre.
Teresa, por su parte, heredó las mejores condiciones de sus antepasados para no sólo ser una excelente representante de esta saga jotera, sino una de las más destacadas cantadoras que ha dado la ribera del Jiloca y la provincia de Teruel.

A finales de los años 80 y principios de los 90, Teresa, de la mano de su maestro D. Jesús Gracia, cosechó los más importantes premios de nuestra Jota Cantada. En 1988 fue Premio Ordinario del Certamen Oficial de Jota. En 1991 Premio Extraordinario del Certamen Oficial de Jota y Premio Extraordinario en el Certamen de Jota de Tarazona. En 1993 fue Premio Extraordinario “Pilar Gascón” en el Certamen organizado por la Agrupación Artística Aragonesa en su 75 aniversario.

Entre 1995 y 2004 grabó 3 excelentes discográficos en solitario que son una buena muestra de sus excelentes condiciones vocales y musicales y de su buen hacer en la Jota.

Un buen hacer que ahora transmite a sus paisanos en la “Asociación Jotera de la Rosa del Azafrán” de Monreal del Campo, allí se esfuerza por aportar su granito de arena y mantener viva la llama de la Jota en su querido pueblo.

PREMIADA POR EL CENTRO ARAGONÉS DEL PTO DE SAGUNTO: 
MARISOL ÁLVAREZ FERNÁNDEZ

Marisol se inició en la bandurria con el Mtro. Emilio Ruiz. Era tan solo una niña pero recuerda esa etapa de aprendizaje con gran cariño. Quizá la labor del señor Emilio fue crucial no sólo para sentar las bases de su aprendizaje musical, sino también para que Marisol sintiera una atracción especial por la bandurria y por la Jota.

Fue dama de la reina Desiree Alonso en los años 1994-1996. Los estudios le apartaron temporalmente de nuestro centro pero pronto retomó su actividad jotera y hoy no se entiende su casa y su familia sin la Jota.

Marisol sigue con su bandurria entre sus manos, su marido Fran ya hace sus pinitos con el Laúd y su hijo Rubén desde hace poco también se ha iniciado en la guitarra, mientras su voz pasa por el necesario cambio de la niñez a la adolescencia. La rondalla está asegurada en casa de los Gálvez-Álvarez. Juntos acompañan al pequeño Izan que ya despunta como cantador. Izan y Rubén, además, forman parte de las escuelas de baile.

Marisol será la primera tañedora que reciba este Premio Mujeres de Jota.