PREMIO MUJERES DE JOTA 2016 POR EL CENTRO ARAGONÉS
Teresa Pina Montañés
Angelita Romero Macián
Semblanza biográfica de las primeras maestras de canto en nuestro Centro Aragonés
La sal siempre ha acompañado a la jota, y no es sólo por su salero, que lo tiene y mucho, es la sal del sudor del trabajo en el campo y en el taller, y es la sal de las lágrimas, ora de emoción y alegría, ora de dolor y de rabia. Pero desde los comienzos del siglo XX, la jota se cantará y bailará junto al Mediterráneo, justamente aquí donde nos encontramos; y entonces se sumará una nueva sal, la de sus aguas, la de su brisa.
Es lógico que en el Puerto de Sagunto se
cantase siempre la jota, porque aragoneses hubo desde el principio, tanto en la
construcción del ferrocarril de Sierra Menera como en la de las instalaciones
portuarias para la exportación del mineral de hierro. Y el contingente siguió
creciendo con la inauguración de la planta de aglomeración del mineral y, sobre
todo, con la puesta en marcha de la Compañía Siderúrgica del Mediterráneo.
Consta según testimonios que, antes de la urbanización del Puerto, ya se
escuchaba la ronda aragonesa por las alquerías y casas dispersas donde se
hospedaban los primeros trabajadores.
El Centro Aragonés se fundó en 1941, aunque
sin cuadros, si bien se cuenta que ya existía en esos años cuarenta una
rondalla que amenizaba todo tipo de eventos. Uno de sus músicos, Almela, será
el primer maestro de la rondalla cuando se funden, en 1951, los cuadros de
canto, baile y rondalla. Fue en un acto folclórico realizado en el desaparecido
Teatro Victoria y que contó con la colaboración de los cuadros del Centro
Aragonés de Valencia.
Hoy vamos a hablar merecidamente de dos
personas, que, por orden cronológico, fueron las dos primeras profesoras de los
cuadros de canto de este recién desarrollado Centro Aragonés: Teresa Pina
Montañés y Angelita Romero Macián.
Teresa Pina Montañés, conocida como Teresa
“La Gorretana”, el apodo de su madre, nació en Híjar, en el Bajo Aragón
turolense, hija de José y Luisa, agricultores. Era uno de los solares de la
jota. Si a eso añadimos que probablemente heredó la gran voz que adornaba a su
padre, miembro del coro del convento de los Ángeles de Híjar, no nos sorprenderá
que con catorce años Teresa fuese ya alumna de la gran Pascuala Perié,
profesora de la Escuela Municipal de Jota de Zaragoza desde su creación en
enero de 1940. Teresa progresó rápidamente pues pronto llevó a cabo muchas
actuaciones en Híjar y su comarca.
Sin embargo, el destino le deparaba a Teresa
un alejamiento de su tierra aragonesa, aunque no de la jota. Todavía muy joven,
pasó a residir en la ciudad de Valencia, donde vivían unas tías suyas y donde
trabajaría de peluquera. Pero la jota volvería a no tardar mucho. En 1951,
Adelino Gómez Latorre, turolense de Caminreal y presidente del Centro Aragonés
de Valencia, promovió un concurso de jota cantada con el fin de dotar de
profesor de canto a la sociedad que presidía. Pues bien, Teresa Pina fue la ganadora,
e inició así su carrera docente en el canto.
Recordemos que ese mismo año se constituirán
las escuelas de jota y rondalla del centro Aragonés del Puerto de Sagunto. No
es casual, merced a la buena relación entre ambos centros Teresa Pina y Pablo
Luis Maza, profesores de los cuadros de Valencia, serán también los primeros
profesores de canto y baile, respectivamente, del Puerto de Sagunto, a donde se
desplazarán semanalmente a impartir sus clases. Y desde entonces a hoy mismo, a
través de sesenta y cinco años y sucesivos profesores, la cadena no se ha
interrumpido en el Puerto de Sagunto.
Teresa representó en tierra valenciana la
escuela de Pascuala Perié, pero ella misma creará escuela. Alumnos suyos fueron
Manuel Lahuerta, Miguel Sánchez, Victorino izquierdo, Pepe López “Romualdo”… y
Angelita Romero, que será su sucesora como profesora de canto. Su voz no sólo
vive en el recuerdo de quienes la conocieron, afortunadamente está registrada
también en los microsurcos de un disco de pizarra de la casa Columbia grabado
en 1953, y en el que, junto a la cuerda pulsada de la rondalla del centro
aragonés, entona dos jotas clásicas de su maestra “La Perié”, “Al clarear de la
luna” y “la magallonera”, una jota con estribillo (“Aprieta bien el cántaro”) y
otro estilo con letra del presidente del centro aragonés de Valencia, Adelino
Gómez Latorre.
Con el canto y la enseñanza se iban
desgranando los años, hasta que a principios de los años sesenta, Teresa
contrajo matrimonio con Cipriano Solaz, panadero y socio del centro aragonés, y
pasó a dedicarse exclusivamente a la empresa de su marido. Dejado el escenario,
sólo cantaría en familia, si bien siempre recordó gozosamente su etapa
artística que, según ella manifestó, le hizo muy feliz. Nunca abandonó su
relación con Hijar, donde una vez jubilada pasaba los veranos en la casa
heredada de sus padres. Enviudó y, finalmente, nos dejó en julio de 1999,
siendo enterrada en Híjar.
En el marco de este centro aragonés, su
actuación es básica dado que fue su segunda profesora, con un recorrido desde
finales de la década de 1950 hasta el verano de 1967. Alumnos suyos fueron
Vicente Rubio y Rosita Chillida, y en su etapa final de profesora, Cristina
Blasco y Loli Rubio. Formaba equipo con el tañedor Policarpo Castelló, que era
su guitarra en la docencia.
Institucionalmente, en 1965 y coincidiendo
con la inauguración de esta sede social tras su ampliación y reforma, Angelita
fue Madrina del centro aragonés del Puerto de Sagunto, cargo equivalente al
actual de Reina.
Angelita representó en este centro la
continuidad de la escuela de Pascuala Perié, que su profesora Teresa Pina, le
había transmitido. Y cantó, como testimonia Vicente Rubio, estilos de “la
Perié”, como “Es al regreso del campo”o “La magallonera”. También recuerda
Vicente escucharle cantar “Que vengas del campo tarde” o “Y la tarde ya pardea”.
Así hoy, Angelita y su voz van a estar en la
mente de todos los presentes, como lo está desde octubre de 1995 en su hermana
Pilar, que conserva exquisitamente el piano de su hermana mayor, un piano ahora
mudo pero que resonará siempre en el silencio del recuerdo de todos los que la
escucharon “hacer música”.
José Mª Prats Escriche
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