Fotografías del acto de entrega de los Premios Mujeres de Jota 2019
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Vídeos del acto de entrega de los Premios Mujeres de Jota 2019
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lunes, 25 de febrero de 2019
COPLAS EN TRIBUTO PÓSTUMO A Mª PILAR DE LAS HERAS, ANA Mª YUGUERO y JOSÉ TIL
DISTINCIÓN ESPECIAL PÓSTUMA A:
M. Pilar de las Heras, Ana M. Yuguero y José
Til
Coplas
dedicadas. Autor:
Toño Julve
Con
esencia y con pureza
Mª
Pilar tú cantabas
por
eso Aragón no olvida
tus
estilos y tonadas
En
ti tendrán un ejemplo
las
nuevas savias joteras
tu
cantar no morirá
M.
Pilar de las Heras
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Amabas
tanto la jota
Ana
M. Yuguero
que
entre nubes de algodón
sigues
bailando en el cielo
Tenía
gracia y salero
“pa”
bailar y “pa” cantar
el
arte de la Yuguero
Aragón no ha de olvidar
---------------------------------------------------------
Aunque
Aragón y la jota
llora
recordándote
la
poesía de tus coplas
nunca
morirá José
Mientras
la jota no muera
mientras
se siga cantando
no
dejará de escucharse
la
de “La hora del descanso”
TERESA POMAR PERIBÁÑEZ: COPLAS EN SU HONOR
COPLAS EN HONOR A MARISOL ÁLVAREZ FERNÁNDEZ
Por Toño Julve
No hace
falta haber nacido
en la
tierra de Aragón
para ser
buena baturra
igual que
lo que lo es Marisol
Por eso
es que el gran amor
que ella
por la jota tiene
se lo
premia ésta, su casa
hoy de
marzo, un día nueve
Ya desde
muy pequeñica
nuestra
música escuchó
y la
bandurria en sus manos
con gran
ilusión cogió
Forjándose
tañedora
esa niña
fue creciendo
y con
esfuerzo y empeño
a tocar
siguió aprendiendo
Los
acordes de la jota
ya la
habían cautivado
de ella
“pa” toda la vida
ya se
había enamorado
Igual que
se enamoró
de Fran,
quien es su marido
con quien
por suerte ha tenido
dos
maravillosos hijos
Son el
fruto de su amor
se llaman
Rubén e Izan
y su
afición por la jota
los
cuatro juntos cultivan
Hoy su
familia es testigo
de este
fantástico premio
los que
están aquí presentes
y los que
están en el cielo
Los
padres de Marisol
hoy allí
están sonriendo
y
orgullosos de su hija
muy
fuerte están aplaudiendo
Es un día
de alegría
también
para tus amigos
compañeros
de la Casa
que lo
celebran contigo
Porque
además este año
especial
es la edición
se premia
una tañedora
como
primera ocasión
Normal
que hoy así lo sientas
tu
corazón se alborota
con mil
honores te nombran
Marisol,
Mujer de Jota
TERESA POMAR PERIBÁNEZ: COPLAS EN SU HONOR
COPLAS EN HONOR A TERESA POMAR PERIBÁÑEZ
Por Toño Julve
Dos joyas
tiene Monreal
y las dos
de gran pureza
la una la
del azafrán
la otra
se llama Teresa
Porque
Teresa Pomar
de
segundo Peribáñez
además de
ser baturra
es jotera
de raigambre
Su
maravillosa voz
muchas
cosas atesora
la
bravura de Aragón
y la
esencia del Jiloca
Teresa,
mamó la jota
de su
madre y de su abuelo
pero ese
inmenso legado
enriquecer
quiso luego
Don Jesús
Gracia hizo de ella
excelente
cantadora
pues
Teresa aprendió de él
muy seria
y trabajadora
Ese
esfuerzo y ese empeño
fue en su
carrera crucial
pero
también el apoyo
de una
persona especial
Su esposo
José Miguel
el que
siempre la ha animado
a pisar los
escenarios
y
continuar cantando
Dos hijos
tuvo Teresa
fruto de
su amor con él
los
cuales tienen por nombre
Joaquín y
José Miguel
Es
lástima que ninguno
le haya
salido jotero
y encima
el nieto Martín
apunta
para rockero
Lo que sé
es que esta familia
hoy está
muy orgullosa
de que
recibas feliz
el Premio
Mujer de Jota
Bien
merecido lo tienes
y el
Puerto y todo Aragón
quieren
que esta copla guardes
dentro de
tu corazón
Joya de
Monreal del Campo
eres
Teresa Pomar
ecos del
Jiloca lleva
el alma
de tu cantar
MARISOL ÁLVAREZ FERNÁNDEZ
MARISOL ÁLVAREZ FERNÁNDEZ: SEMBLANZA BIOGRÁFICA
Por José Mª Prats Escriche
Uno
de octubre de 1994, la proclamación de la nueva reina y sus damas hace que sea
uno de los días grandes del Centro Aragonés. Marisol Álvarez Fernández, una
joven de veinte años, espera acompañada de su padre para hacer juntos el paseíllo
hasta el escenario y su proclamación como dama. Es de suponer que habría una
mezcla de nervios, emoción e ilusión, aunque no sólo eso porque la vida ya los
había interpelado y puesto a prueba. El padre estaba aquejado de una severa
dolencia, aunque ninguno de los dos se arredraba ante el futuro. Ahora debía
contar el presente: la ilusión de ambos, el amor por el padre y el más que
justificado orgullo de él. Marisol recuerda el breve recorrido, cogida del
brazo de quien más quería, como un momento de auténtica gloria en el que los
dos rebosaron de alegría.
Marisol
disfrutó de su condición de dama sin pertenecer a los grupos de canto o de
baile, algo que no constituía una excepción. Sin embargo, sí acompañaba a los
cuadros, pero no como público: Marisol era tañedora de bandurria y formaba
parte de la rondalla. Es de hecho la primera tañedora que recibe el premio de
Mujer de Jota. Estamos todos acostumbrados a que los presentadores de los
recitales pidan un aplauso para la rondalla y recuerden que sin la rondalla el
resto no sería posible, y ello porque, verdaderamente, la cuerda es parte
intrínseca de la jota. Por eso no debe extrañarnos que nuestra nueva premiada
sea, al igual que las anteriores, cantadoras o bailadoras, una formidable Mujer
de Jota. Tendremos ocasión de comprobarlo.
Los
padres de Marisol, a los que lamentablemente perdió demasiado pronto, eran
oriundos del albaceteño Elche de la Sierra, un municipio importante en el
aporte inmigratorio que hizo crecer el Puerto de Sagunto. Ellos, con buen
criterio, deseaban que su hija, la pequeña de cinco hermanos, aprendiese a
tocar un instrumento. Y dado que en este centro había una escuela de cuerda
pulsada, entonces dirigida por Emilio Ruiz, aquí la trajeron acompañada por su
vecinito Miguel Ángel. Era el año 1985. Marisol llegó con once años y sin
ninguna idea previa sobre la jota, su bagaje consistía en la curiosidad y en su
deseo de probar. Pero lo que empezó como una prueba se convirtió en un interés
que fraguaba cada vez más, hasta el punto de que el grupito de niños de la
escuela de rondalla quedaba por las tardes para ensayar en casa de alguno de
ellos, con la esperanza de alegrar al señor Emilio demostrando un buen
aprovechamiento.
Con
todo, al principio tuvo un cierto miedo, nos dice Marisol, ese miedo a fallar,
a no tener la aptitud necesaria, aunque poco a poco fue sintiéndose prendida
por la jota y por el impulso de aprender cada vez más. Paralelamente vivió un gratificante
proceso de socialización, no en vano la jota es, entre otras cosas, amistad.
Amistad que surge de compartir una misma afición con personas antes
desconocidas, pero que se acercan al disfrutar juntas de un afán común: bailar,
cantar o tañer la jota; pero también de compartir los inevitables nervios de
las primeras veces: la primera actuación en el escenario, el primer festival,
la primera ronda…
El
objetivo de Marisol, como no podía ser menos, era entrar en la rondalla y
llegar a tocar como su profesor, Emilio Ruiz, que la dejaba embelesada con su
virtuosismo en la bandurria. Así pues se esforzó y entró. Tardó poco, pues en
1987 ya asistió junto a sus padres a su primera concentración. Comenzaría
entonces a disfrutar gradualmente de una vertiente lúdica, que era una merecida
y saludable recompensa a su esfuerzo. “Iba
a los festivales, a las concentraciones… Para mí era una fiesta porque nos lo
pasábamos bomba, el buen ambiente con los compañeros, esas esperas aprovechadas
para tocar canciones de la tuna, esos trayectos en autobús charlando y riendo,
esas noches de fiesta en las concentraciones…”.
A
todo ello se irían sumando la carga de emoción de ser elegida dama junto a
Rosana, Maite y Dalia, en el reinado de Desirée; el gozo que le aceleró el
corazón cuando, siendo dama, en 1994 fue ella protagonista por primera vez de
la ronda del Pilar, después de haber oficiado como tañedora en muchas rondas; asimismo,
las fuerzas de flaqueza que tuvo que sacar en la ronda de 1995, cuando su padre
ya no podía acompañarla; y el merecido desahogo cuando, el día siguiente a ese mismo
Pilar, reina y damas marcharon a Zaragoza y, vistiéndose de baturras, cantaron
Sierra de Luna y disfrutaron paseando por la ciudad. La emotividad culminó el 23
de octubre de 1999, cuando Marisol se casó y recibió el homenaje de la jota a
través de los que eran sus compañeros en los cuadros: “en el camino hacia el altar, con familia y amigos pendientes de mí, yo
sólo tenía oídos para escuchar aquellas jotas que tantas veces había tocado y
oído cantar, pero que ese día mis compañeros nos las dedicaban a nosotros. Mi
emoción fue tan viva que mis ojos se anegaron en lágrimas de alegría”.
Su boda marcará el inicio de un
paréntesis sin música, por razones familiares y laborales, pero llegará la
reincorporación, en la que la pasión siempre latente por la bandurria y la jota
rebrotará con alegre fuerza. Oír la jota hace que le asalte una ola de
felicidad. Se emociona con las voces que cantan, con el sonido de las
castañuelas al ritmo del baile, y hasta el escalofrío con las melodías que
salen de las cuerdas de la bandurria. Pulsar esas cuerdas es una forma de
trascender la realidad cotidiana y trasladarse a una dimensión sublime donde
sólo existe el gozo de paladear la música. Es su vía de escape, de soñar
despierta. Al mismo tiempo anima a Marisol un continuado afán de superación. Nos
dice que cada día hay algo nuevo que aprender, y que ojalá tuviera el tiempo
necesario para poder ensayar en su casa y hacer sonar su bandurria con la virtud
que a ella le gustaría. Nosotros estamos seguros de que todo se andará.
En esta nueva fase ocurrirá algo decisivo en su
vinculación con la jota, que así nos relata:
“cuando nació mi hijo mayor Rubén, lo llevamos un día al centro aragonés junto
con su amiguita Marta para que vieran un festival, a ver si les nacía ese amor
por la jota que yo todavía tenía y echaba tanto de menos. A Rubén le gusto y
empezó a bailar y, al poquito tiempo, a cantar, por eso yo decidí volver a hacer sonar mi querida bandurria”. Con
el tiempo, serán su marido Fran con el laúd y su hijo pequeño Izan, al que
apuntarán al baile y al canto, quienes cerrarán el proceso por el cual toda la
familia está hoy en el centro aragonés bailando, cantando y tocando la jota”. Ver
compartida y secundada esa pasión es el cénit de la emoción y la felicidad. Como
ella dice: “cada vez que mis hijos están
en el escenario me recorre un hormigueo que me
encanta, mezcla de nervios, de alegría y de orgullo. No puedo evitar
emocionarme al verlos cantar o bailar”.
Desde
que empezó su aventura musical con la jota, Marisol ha tenido diversos
profesores de rondalla, a los que desea recordar. Empezó con un profesor casi
mítico, Emilio Ruiz, y siguió con Manuel Górriz, Jesús Monleón y actualmente
Toni López. Con cada uno de ellos ha ido mejorando en su aprendizaje, y a todos
los tiene en el pedestal de las personas que admira. Preguntada por las
personalidades de la jota a las que ha conocido, reconoce que fuera de su
centro aragonés no ha tenido verdadera ocasión y afirma que tampoco hace falta
irse lejos, pues hay alguien aquí mismo, el profesor César Rubio Belmonte, a quien
ella admira desde hace mucho por “su amor
por la jota, que nos transmite a todos, su trabajo desinteresado y su empeño en
que todo salga bien”.
Marisol
es Mujer de Jota porque sus hitos vitales están protagonizados o acompañados
por la jota; es Mujer de Jota porque tanto en el esfuerzo y en la adversidad,
como en los momentos de alborozo, todos los que la han conocido pueden
certificar su bonhomía, su sencillez y su cercanía. Lo es porque mientras ella
pulsa las cuerdas de su bandurria, la jota pulsa una fina cuerda de su alma,
llenándola de una emoción singular. Pero, finalmente, es la propia Marisol
quien con unas palabras emocionantes y llenas de autenticidad va a cincelar en
oro el mejor emblema de la Mujer de Jota: “aunque
no he nacido en tierras aragonesas, ni tengo familia en Aragón, me considero
baturra de los pies a la cabeza. He vivido desde bien pequeña con los cantares
aragoneses, la jota bailada y el sonido de las bandurrias y las guitarras. Me considero adoptada por la jota… la
llevo en mi corazón”.
TERESA POMAR PERIBÁÑEZ
TERESA POMAR PERIBÁNEZ: SEMBLANZA BIOGRÁFICA
Por José Mª Prats Escriche
Ante todo séame permitido decir que con las palabras que
siguen no acariciaremos sino la envoltura de todo el hervor vital de sus
protagonistas. Aunque no lo hayamos dicho en otras ocasiones siempre es así, y lo
que sigue no será más que una leve aproximación.
Esta historia acontece sobre todo en
el valle del Jiloca, río que sigue la depresión Teruel-Calatayud, un surco
interno que divide en dos partes el sector sur del sistema Ibérico. Es un
elemento físico importante porque ha orientado desde tiempos inmemoriales las
comunicaciones, ayudando a conectar el Valle del Ebro con el Mediterráneo.
Digamos de paso que, en tiempos ya
más recientes, la comarca del Jiloca, junto a las del Bajo Aragón y aledañas,
son aquellas zonas de Teruel donde más efervescencia ha tenido la Jota
aragonesa. Es una realidad que en el caso del Jiloca ha aportado también numerosísimas
coplas de jota que hablan de sus gentes y sus pueblos, y de su vinculación con la
Jota.
Mediados
de los años ochenta. En el plaza de España de Monreal del Campo, el temor era
quizá el principal de los sentimientos encontrados de una cantadora que iba a actuar
allí por primera vez. Es el pueblo donde había nacido en 1951, pero quizás para
el público es casi una forastera, pues la mayor parte de su infancia y la
adolescencia y juventud enteras las ha pasado en Valencia. El temor, debido a
la responsabilidad que sentía al estrenarse en público en su pueblo, jugaba con
la emoción y el orgullo. Su letra de presentación lo resumía todo: “Sea mi primer saludo, con cariño y emoción,
a mi pueblo que’es Monreal, con todo mi corazón”. Las características de su
canto ya eran notables y su voz recordaba a la de su madre. La jotera exhibía
un apellido lleno de resonancias: Peribáñez.
Ella era
Teresa Pomar Peribáñez, nuestra Mujer de Jota por Aragón, que lo es por derecho
propio como gran cantadora y amante de la Jota, pero también por mantener una solera,
ya que pertenece a una sobresaliente saga jotera de extraordinarias cualidades
vocales: es hija de Carmen Peribáñez Álava, conocida como “La cantadora”, y
nieta de la “joya” de Monreal. Si Andorra cuenta con su Pastor, José Iranzo, la
Jota tiene en el Jiloca, dicho sin grandilocuencia, su propia gloria: su abuelo
Joaquín Peribáñez Hernández, encarnación popular del genio y del carácter recio
de una tierra. Nacido en 1898 y fallecido en 1969, Joaquín fue un gran
exponente de la música popular de esa España rural, que sería demográficamente
mayoritaria hasta los primeros años cincuenta.
Joaquín
Peribáñez, pese a su popularidad y sus grandes éxitos en múltiples actuaciones por
toda España, no nos dejó ninguna grabación comercial, pero hoy podemos
asombrarnos de la frescura y la excelencia de su voz por unas grabaciones
originales en un fondo sonoro que a muchos sorprenderá, ni más ni menos que el
Archivo Fonográfico de la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos en su
capital federal, que también incluye algunas grabaciones de su hija Carmen. Se
lo debemos al gran musicólogo y documentalista norteamericano Alan Lomax, que
consciente de que muchas expresiones musicales corrían el riesgo de perderse,
recorrió los Estados Unidos y diversos países del mundo recogiendo la música
del pueblo. En España grabó un total de 75 horas entre junio de 1952 y
noviembre de 1953. Por fortuna desde 2012 todo ello puede escucharse en Internet
y, concretamente a los Peribáñez, también en un cd sobre Lomax publicado en
2001. Joaquín además dejó su voz para la posteridad en dos películas: “La
Dolorosa”, de 1934, y “Los Mayos de Albarracín”, de 1950.
Teresa
Pomar, depositaria de esta saga, cantó la Jota desde pequeñita, siempre al
abrigo de su madre, de voz cautivadora y hermosísima. Debido al trabajo del
padre en Correos, la familia se trasladará a la ciudad de Valencia cuando ella
tenía cinco años. Allí, una vecina, que la escuchó cantar desde su galería,
recomendó a la familia que la llevara al Centro Aragonés de Valencia, donde a
los once años fue alumna de Ángel Martínez. A los doce, en octubre de 1963, fue
protagonista de un artículo del diario Levante, que habló de Teresa por ser una
Peribáñez, pero también por las notables condiciones que mostraba. Según el
diario ya cantaba en público, de hecho llegó a actuar, con éxito, en el Teatro
Principal de Valencia. Sin embargo, la continuidad de esta actividad en la Jota
finalizó al cabo de dos o tres años.
Bastantes años más tarde, sería el
destino el que acabaría devolviéndola a su pueblo y maniobrando para que se
reencontrase con la Jota y el camino trazado por sus ascendientes. Teresa
permanecería en Valencia y se casaría con José Miguel Martínez Gresa, que se
instaló allí junto a su esposa. El destino empezó a actuar cuando ella iniciaba
la treintena: falleció su padre y el matrimonio, en compañía de la madre, dejó
Valencia y se estableció en Monreal del Campo.
Allí, en el marco de la Peña “El
Cachirulo Joaquín Peribáñez”, irá retomando aunque de modo muy gradual su contacto
con la Jota, y ello gracias a sus convecinos que la animaban a cantar, a su tío
Jorge Peribáñez que acompañándola a la guitarra le enseñó algunos estilos,
pero, sobre todo, al estímulo y al apoyo de su marido José Miguel, pieza
fundamental en todos y cada uno los hitos de su reincorporación y su
trayectoria en la Jota a partir de entonces.
Así, su marido José Miguel, cuando
ella se acerca a los 38 años, la impulsará para que ensaye y mejore su estilo en
el foco jotero de Torrijo del Campo, donde será su profesor el mosén Cristóbal
Latorre. Fue precisamente el mosén Cristóbal quien le recomendó a Teresa que
siguiera ensayando en Zaragoza. A este efecto, en un homenaje realizado en
Belchite a la jotera Carmen Cortés, se presentó ella misma a Jesús Gracia
Tenas, quien la aceptó como alumna. Y cuando Teresa empezó a ir regularmente a
Zaragoza, José Miguel fue aprendiendo guitarra para que ella pudiera reforzar en
casa las lecciones traídas de su maestro.
El magisterio del gran profesor y
cantador de Lécera terminará de mejorar y redondear el estilo de Teresa,
aprovechando al máximo las características de su voz de soprano, potente y con
dominio de agudos, y que cuenta con un timbre precioso y con una fantástica
proyección o capacidad de recorrido espacial. Teresa sentirá una gran
admiración por su maestro Jesús Gracia y reconoce en uno de sus discos que Jesús
y su esposa, la cantadora Piedad Gil, le “enseñaron a amar y comprende la Jota”.
Con su modestia y discreción, Teresa se ganará a su vez el afecto de Jesús y de
Piedad, que la acogieron a ella y a su marido como si fuesen familia. La
presencia hoy aquí de Piedad Gracia Gil lo corrobora.
Jesús Gracia la preparó
meticulosamente para que se presentase al reto del Certamen Oficial de Zaragoza.
Su abuelo Joaquín lo ganó en 1935 y ella lo hará en 1988. En 1989 y 1990,
obtuvo dos segundos en el Premio de Profesionales del Certamen de Tarazona.
Finalmente, llegada en 1991 a
la súper reválida que representa el Certamen Extraordinario de Zaragoza, ante
las numerosas cantadoras que concurrieron en el Teatro Principal para dar lo
mejor de sí mismas, Teresa Pomar se alzó con el Premio Extraordinario. En dicho
año obtuvo también el Primer Premio de Profesionales del Certamen de Tarazona.
Había cosechado pues, entre otros, los dos mayores galardones de la Jota
cantada. En 1993 se añadiría a ellos el Premio “Pilar Gascón” del certamen organizado por la Agrupación
Artística Aragonesa para su 75 aniversario.
Paralelamente a los concursos, irá
triunfando en numerosísimas actuaciones, recorriendo desde los pueblos del
Jiloca a los del Maestrazgo, desde Alcañiz o Tarazona al Puerto de Sagunto,
desde Teruel o Madrid a Valencia. Todo ello conjugando su actividad artística
con la vida familiar, pues Teresa dio a luz a dos hijos, Joaquín y José Miguel.
Afortunadamente, la voz de Teresa ha
quedado excelentemente registrada para la actualidad y para la posteridad. Con
el empuje decisivo de José Miguel para vencer la innata discreción de Teresa,
ésta preparó y llevó a cabo sendos trabajos discográficos en los años 1995,
1997 y 2004.
Su vinculación a la Jota, que ahora
tiene este jalón del premio Mujer de Jota, no se ha acabado, tiene mucho que
ofrecer a las nuevas generaciones. Su saber y buen hacer lo transmite
actualmente a través de sus clases en la “Asociación Jotera de la Rosa del
Azafrán”, de Monreal del Campo, donde, como dice César Rubio, “se esfuerza por aportar su granito de arena
y mantener viva la llama de la Jota en su querido pueblo”.
Por su enseñanza, por descender con
orgullo de quienes desciende y hacerles todo el
honor con su voz y su estilo; porque la adorna la discreción modesta de
los verdaderamente grandes; porque no ha olvidado nunca su apego y su amor por
la Jota; por ser en suma una de las más sobresalientes cantadoras que ha dado
Teruel y la Ribera del Jiloca… sobran razones para que Teresa Pomar Peribáñez,
con la mayor naturalidad, sea una espléndida Mujer de Jota por Aragón 2019.
PREMIADAS 12ª EDICIÓN
PREMIADA
POR ARAGÓN:
TERESA POMAR PERIBÁÑEZ
Nacida en Monreal del Campo, pertenece a la destacadísima saga jotera de
“los Peribáñez”. Su abuelo Joaquín Peribáñez fue un excelente jotero que
cosechó grandes éxitos y gozó de una gran popularidad en Zaragoza y Teruel en
los años 20/30 del Siglo XX. Su madre Carmen entonó la Jota con una hermosísima
voz y una excelentes maneras que asimiló de su padre.
Teresa,
por su parte, heredó las mejores condiciones de sus antepasados para no sólo
ser una excelente representante de esta saga jotera, sino una de las más
destacadas cantadoras que ha dado la ribera del Jiloca y la provincia de
Teruel.
A
finales de los años 80 y principios de los 90, Teresa, de la mano de su maestro
D. Jesús Gracia, cosechó los más importantes premios de nuestra Jota Cantada.
En 1988 fue Premio Ordinario del Certamen Oficial de Jota. En 1991 Premio
Extraordinario del Certamen Oficial de Jota y Premio Extraordinario en el
Certamen de Jota de Tarazona. En 1993 fue Premio Extraordinario “Pilar Gascón”
en el Certamen organizado por la Agrupación Artística Aragonesa en su 75
aniversario.
Entre
1995 y 2004 grabó 3 excelentes discográficos en solitario que son una buena muestra
de sus excelentes condiciones vocales y musicales y de su buen hacer en la
Jota.
Un buen
hacer que ahora transmite a sus paisanos en la “Asociación Jotera de la Rosa
del Azafrán” de Monreal del Campo, allí se esfuerza por aportar su granito de
arena y mantener viva la llama de la Jota en su querido pueblo.
PREMIADA
POR EL CENTRO ARAGONÉS DEL PTO DE SAGUNTO:
MARISOL ÁLVAREZ FERNÁNDEZ
Marisol
se inició en la bandurria con el Mtro. Emilio Ruiz. Era tan solo una niña pero
recuerda esa etapa de aprendizaje con gran cariño. Quizá la labor del señor
Emilio fue crucial no sólo para sentar las bases de su aprendizaje musical,
sino también para que Marisol sintiera una atracción especial por la bandurria
y por la Jota.
Fue dama
de la reina Desiree Alonso en los años 1994-1996. Los estudios le apartaron
temporalmente de nuestro centro pero pronto retomó su actividad jotera y hoy no
se entiende su casa y su familia sin la Jota.
Marisol
sigue con su bandurria entre sus manos, su marido Fran ya hace sus pinitos con
el Laúd y su hijo Rubén desde hace poco también se ha iniciado en la guitarra,
mientras su voz pasa por el necesario cambio de la niñez a la adolescencia. La
rondalla está asegurada en casa de los Gálvez-Álvarez. Juntos acompañan al
pequeño Izan que ya despunta como cantador. Izan y Rubén, además, forman parte
de las escuelas de baile.
Marisol
será la primera tañedora que reciba este Premio Mujeres de Jota.
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